Evangelio de HOY, 26 de abril 2024: REFLEXIÓN de la palabra de Cristo

En la reflexión del evangelio de hoy, 26 de abril 2024 se da una poderosa reflexión sobre la importancia de la fe y la obediencia en la vida del creyente, así como sobre la autoridad y el mensaje de Jesús como enviado de Dios.





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Evangelio del día de hoy, viernes 26 de abril 2024

Lectura del santo evangelio según san Jn 14, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.




Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”.

Reflexión del evangelio del día de hoy, 26 de abril

Este pasaje donde Jesús nos dice que somo la luz del mundo nos hace recordar cuando Jesús dijo «No se turbe vuestro corazón» a los apóstoles poco antes de su arresto, sabía exactamente lo que las próximas horas y días traerían, y la incertidumbre que significaría para los discípulos. Jesús pidió a los apóstoles que tuvieran fe en Él, y a través del texto inspirado nos pide también esta profunda confianza. La confianza en Nuestro Señor es el verdadero remedio para la preocupación y la ansiedad.

Jesús continúa: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas». Se está refiriendo claramente al Cielo, y añade palabras que deben animarnos: «Os haya preparado un lugar». Hay un lugar designado para cada uno de nosotros. ¿No es ese un pensamiento tranquilizador, que el lugar ya está allí, si sólo ponemos nuestra confianza en Él y seguimos sus caminos?




Porque eso es lo siguiente que dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre, si no es a través de mí». Todos estamos en un camino, el camino de la vida. Hay muchos desvíos y muchas calles laterales. Pero no hay que confundirse ni perderse, porque Jesús mismo es el verdadero camino que lleva al Padre, y a la vida eterna.

Puesto que Jesús mismo es el camino, llegaremos al destino siempre que nos mantengamos en él y avancemos, lo que significa identificarnos verdaderamente con las enseñanzas y el modo de vida que Nuestro Señor establece para sus seguidores. De hecho, los primeros cristianos eran conocidos como “seguidores del Camino» (cf. Hch 9,2; 19,23; 24,14 y 22).

Como escribe Santo Tomás de Aquino: «Si buscas por dónde has de ir, acoge en ti a Cristo, porque él es el camino (…) Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando a la meta» (Santo Tomás, Comentario al Evangelio de san Juan, cap. 14, lec. 2). Cada vez que tratamos de imitar a Nuestro Señor, lo estamos tomando como camino.




Además, al ir al Padre, nos envía el Espíritu Santo, que permanece con nosotros y nos guía, hasta el día en que iremos donde Él ha ido, y nos reuniremos con Él en la casa del Padre.

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